miércoles, 8 de diciembre de 2010

Lola Flores

María Dolores Flores Ruiz, más conocida por el nombre artístico de Lola Flores (Jerez de la Frontera, España, 21 de enero de 1923 - Alcobendas (Madrid), 16 de mayo de 1995) fue una cantante de copla, bailaora y actriz española, artísticamente apodada "La Faraona". 
Estuvo casada con el guitarrista Antonio González "El Pescaílla" (1926-1999), con el que tuvo tres hijos, los cantantes Lolita Flores (Dolores González Flores) (1958), Antonio Flores (Antonio González Flores) (1961-1995) y Rosario Flores (Rosario González Flores) (1964). Fue hermana de la también cantante Carmen Flores (1936), tía del exfutbolista y entrenador Quique Sánchez Flores (1965) y abuela de las actrices Elena Furiase (hija de Lolita) y Alba Flores (hija de Antonio).

Lola Flores y Antonio González “El Pescailla”


Biografía

Lola Flores nació en el barrio flamenco de san Miguel, en Jerez de la Frontera (Cádiz). Antes de los doce años ya era reconocida como bailaora en los ambientes artísticos jerezanos. Por aquel entonces interpretaba canciones de Concha Piquer y de Estrellita Castro. Aunque muchos creyeron que era de raza gitana, Lola siempre lo negó, aclarando que solamente era andaluza. Por lo visto había posibilidades de que su abuela tuviera raíces gitanas. Con todo, Lola Flores se identificaba plenamente con la música y la cultura de los gitanos andaluces. En 1939, con 16 años, debutó en el Teatro Villamarta de Jerez en el espectáculo Luces de España, que encabezaba la pareja de baile formada por Rafael Ortega y Custodia Marchena y el guitarrista Melchor de Marchena. Lola Flores cantaba Bautizá con manzanilla.
Tuvo sus mayores éxitos como pareja artística de Manolo Caracol, con quien trabajó hasta 1951. En 1958 se casó con el guitarrista Antonio González 'El Pescaílla', con quien tendría tres hijos: Lolita, Antonio y Rosario. Los tres se dedicarían al mundo de la canción, así como su hermana Carmen Flores. Actuó en el Madison Square Garden de Nueva York, y se recuerda una famosa crítica tras el estreno: «No sabe cantar, no sabe bailar, no se la pierdan».  En 1962 recibió el Lazo de Dama de Isabel la Católica, en 1967 fue premiada con la medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes y en el verano de 1994 recibió la medalla al trabajo que tanto había deseado. 

Filmografía

Entre 1939 y 1995 apareció en diversas películas y series televisivas en las que solía hacer el papel de gitana. Entre ellas destaca un clásico de los años 40: Embrujo (1947, Carlos Serrano de Osma), drama musical donde acompaña a su pareja sentimental y artística de aquel momento, Manolo Caracol. Entre sus films folclóricos de los años cincuenta destacan Morena clara (1954, Luis Lucía) versionando el célebre film de 1934, y en compañía de Fernando Fernán Gómez, El duende de Jerez (1953) y Maria de la O (1959), que supone su primera película con Antonio González "El Pescaílla". Otras películas recordadas son La hermana San Sulpicio (1962), nueva versión de la que había rodado Imperio Argentina, y los dramas mejicanos La faraona (1955) y Sueños de oro (1958).

Estatua de Lola Flores en Jerez.
Casa Flora (1972, Ramón Fernández) y Una señora estupenda (1972, Julio Coll) son sus dos cintas más salvables en plena época de la comedia española predestape; posteriormente protagonizaría la comedia Juana la loca... de vez en cuando (1983), dando vida a Isabel la católica, Truhanes (1983, Miguel Hermoso) o su participación en la cinta documental rodada para la Expo de Sevilla Sevillanas (1992, Carlos Saura), junto a algunos de los grandes nombres del flamenco en general. De entre su profesión, es muy conocida su amistad con dos artistas folclóricas y actrices cinematográficas, con las que compartió giras musicales por Hispanoamérica: Carmen Sevilla y Paquita Rico. Con ellas actuó en la película El balcón de la luna (1952, Luis Saslavsky). Antena 3 le ha hecho en 2007 una película sobre su vida.

Presentadora

Lola protagonizó durante toda su vida diversos programas de television, pero no fue hasta los 90 cuando empezó su etapa en televisión como presentadora. Presentó varios programas como "el tablao de Lola" en tele5, "Sabor a Lolas" antena 3 (1992 - 1993) y "Ay Lola Lolita Lola" TVE (1995), estos dos últimos los presentó junto a su hija Lolita Flores. Su último programa tuvo que suspenderse por el agravamiento de la enfermedad de Lola en el programa número 13, allí hizo su última aparición cantando en público, al principio su actuación se hiva a realizar de pie, pero Lola tuvo que pedir una silla, en el video apenas movía el brazo derecho porque lo tenia hinchado. Sus programas se caracterizaban porque sus presentadoras formaban parte del espectaculo bailando y cantando. Toda esta estapa por televisión demostró que Lola no dejó de cantar ni de bailar hasta sus últimos dias.

Discografía

Lola Flores ha protagonizado muchos discos que le han llevado a la gloria, entre ellos se encuentran; "Ay Lola", "España mia", "Guerga flamenca", "Mi mundial 82" (1982) "La ilimitable Lola" (1990) y muchos otros, que entre los cuales se encuentran sus canciones mas famosas, (A tu vera, Torbelllino de colores, Ay pena penita pena, La zarzamora..)La banda sonora de esta última la fue acompañando en su entierro por petición suya. Muchos más han sido los discos homenajes a lola flores que le han dedicado sus hijos y amigos.

Series de televisión

Lola Flores nunca hizo ninguna serie de televisión como ella la protagonista pero participo en un monton de series famosas como invitada, como por ejemplo "Los ladrones van a la oficina" (1994-1995) hacia de una ginata junto a su hija Lolita y su hijo Antonio, protagonizo 5 episodios.

Homenajes

Le han brindado diversos homenajes durante su vida, pero entre ellos destacan, el homenaje que le hicieron en Miami en 1990, con la participación de diversos artistas del momento como; El Puma, Rocio Jurado, Celia Cruz y toda la familia de Lola. En el Lola participaba en todas sus actuaciones. Su último homenaje se lo brindó antena 3 en 1994, en el Lola fue invitada, pero no actuó, solo disfrutó de las actuaciones de sus amigos y familia, ahí fue donde dijo su mÍtica frase "Ya puedo morir tranquila"

Fallecimiento

Murió en su residencia de El Lerele el 16 de mayo de 1995 a los 72 años a causa de un cáncer de mama que le había sido diagnosticado en 1972. Su capilla ardiente quedó instalada en el Centro Cultural de la Villa, actual Teatro Fernán Gómez de Madrid, en la plaza de Colón. En un ataúd abierto y amortajada con una mantilla blanca, todos sus fans y amigos pudieron pasar a verla, fue conducida hasta el Cementerio de la Almudena en Madrid con una banda de musicos detras del cohe, que tocaba la zarzamora hasta donde sería sepultada. Fue uno de los entierros mas recordados por la cantidad de gente que acudió, el funeral fue retrasmitido en directo por television. 15 días después de su muerte el (31 de mayo de 1995), su hijo Antonio Flores fue encontrado muerto en la residencia familiar de "El Lerele". Supuestamente, la causa de su muerte fue una sobredosis de narcóticos. Fue enterrado junto a su madre.

Véase también

Enlaces externos

Eugenia de Montijo

María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, condesa de Teba, más conocida como Eugenia de Montijo (Granada, 5 de mayo de 1826 - Madrid, 11 de julio de 1920) fue emperatriz consorte de los franceses como esposa de Napoleón III.
 

Boda

Ahí fue donde conoció al futuro emperador con quien se casó el 30 de enero de 1853. Napoleón acababa de ser rechazado por la princesa Adelaida, sobrina de la reina Victoria.
En un discurso que pronunció poco antes de su boda, Napoleón dijo: «Prefiero casarme con una mujer a la que amo y respeto que con una desconocida, con la que una alianza podría tener ventajas mezcladas con sacrificios». Este comentario fue visto con cierta sarcasmo desde Gran Bretaña. Los periódicos de ese país lanzaron comentarios sobre la unión entre una aristócrata de reconocido linaje con un miembro de la familia Bonaparte.
El 16 de marzo de 1856, Eugenia dio a luz a su único hijo, Luis Napoleón que recibió el título de Príncipe Imperial. Gracias a su belleza y elegancia, Eugenia contribuyó de forma destacada al encanto que desprendía el régimen imperial. Su forma de vestir era alabada e imitada en toda Europa. Su interés por la vida de la reina María Antonieta expandió la moda neoclásica, estilo muy popular durante el reinado de Luis XVI.

Participación política

Eugenia era una mujer educada e inteligente. Después del nacimiento de su hijo, el príncipe imperial, Eugenia decidió tomar parte activa en la política del Segundo Imperio. Ferviente católica, se opuso a la política de su marido en lo tocante a Italia, y defendió los poderes y prerrogativas del Papa en dicho país. Desempeñó la regencia del imperio en tres ocasiones: durante las campañas de Italia en 1859; durante una visita de su marido a Argelia en 1865 y en los últimos momentos del Segundo Imperio, ya en 1870.
La emperatriz Eugenia secundó las desafortunadas intervenciones exteriores del imperio:
En 1869 la emperatriz Eugenia asistió a la inauguración del canal de Suez, construido por su pariente lejano Fernando de Lesseps. Asimismo, apoyó las investigaciones de Louis Pasteur, que acabarían en la vacuna contra la rabia.

Exilio

Tras la caída del Segundo Imperio Francés, la familia se exilió a Inglaterra. A la muerte del emperador en 1873, Eugenia se retiró a una villa en Biarritz en la que vivió alejada de los asuntos de la política francesa. Su vida adquirió tintes de tragedia novelesca cuando su único hijo pereció en Sudáfrica (1879), muerto por los zulúes.
Relacionada genealógicamente con la Casa de Alba, se alojó ocasionalmente en el palacio de Liria y el palacio de Dueñas de Sevilla. Algunas de sus pertenencias, como pinturas y muebles, pasaron a manos de los Alba, como un retrato suyo pintado por Winterhalter y otro de Goya, La marquesa de Lazán.
La ex emperatriz murió a las ocho y media de la mañana del 11 de julio de 1920 a los 94 años en el Palacio de Liria (Madrid), durante una de sus visitas a España, su país natal. Su muerte fue consecuencia de un ataque de uremia. Está enterrada en la cripta imperial, al lado de su esposo y de su hijo, que falleció en África en 1879.
Fue la madrina de bautismo de la nieta de la reina Victoria, la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, que años más tarde se convertiría en la esposa del rey Alfonso XIII.

Curiosidades

  • Se cuenta que el encuentro entre Eugenia y el futuro Napoleón III no fue casual. Según algunas fuentes, se conocieron gracias a la madre de ella, quien deseaba un buen partido para sus dos hijas y se preocupó por exhibirlas en los actos sociales oportunos para que conociesen a los caballeros adecuados.
  • Utilizó frecuentemente como apellido el de Guzmán, en lugar de los de Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, por ser titular del mayorazgo fundado en 1463 por doña Inés de Guzmán sobre el señorío de Teba, elevado a condado en 1522 por Carlos V. Sus sobrinos, hijos de su hermana Francisca y del duque de Alba, utilizaron como segundo apellido el de Portocarrero.
  • Bajo su auspicio se cultivó en una finca de Baños de Rioja (La Rioja), de la cual era propietaria, una viña que todavía existe con el nombre de La Emperatriz.
  • Gracias a ella se hizo muy popular el veraneo Biarriz (Biarritz en francés) cuando en 1854 construyó el Palacio en la playa hoy día conocido como Hotel du Palais.
Predecesor:
Último título sostenido porMaría Amalia de Borbón-Dos Sicilias
Como reina de Francia
Emperatriz consorte de los franceses
30 de enero de 185311 de enero de 1871
Sucesor:
Monarquía abolida

Bibliografía

Carmen Verlichak, Las diosas de la Belle Époque y de los 'años locos', Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1996 (ISBN 950-08-1599-0)
Geneviève Chauvel, Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses, Editorial Edhasa, 2000 (ISBN 84-395-9198-5)

Emperatriz consorte de los franceses
Imperatrice Eugénie - Winterhalter - 1853.jpg
La emperatriz Eugenia de los franceses, por Francisco Javier Winterhalter
Reinado 30 de enero de 185311 de enero de 1871
Nombre real María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick.
Otros títulos *Marquesa de Ardales
  • Marquesa de Moya
  • Marquesa de Osera
  • Condesa de Ablitas
  • Condesa de Teba
  • Condesa de Baños
  • Condesa de Mora
  • Condesa de Santa Cruz de la Sierra
  • Vizcondesa de la Calzada
  • Dama de la Real Orden de María Luisa
Nacimiento 5 de mayo de 1826
Granada,
Fallecimiento 11 de julio de 1920 (94 años)
Madrid
Entierro St Michael's Abbey, Farnborough
Predecesor Último título sostenido porMaría Amalia de Borbón-Dos Sicilias
Como reina de francia
Sucesor Monarquía abolida
Consorte Napoleón III
Descendencia Luis Napoleón Bonaparte
Padre Cipriano Palafox y Portocarrero
Madre María Manuela Kirkpatrick
Eugenia, Emperatriz de Francia, portando a su hijo Eugenio Luis-Napoleón, por Francisco Javier Winterhalter.

 

martes, 7 de diciembre de 2010

María Bellido

La contemporaneidad (el tránsito de la era Moderna a la Contemporánea) se abrió paso en Bailén con el hecho histórico de su enfrentamiento a las tropas napoleónicas, dirigidas por el general Dupont. Y hasta tal punto esto es así que la edad contemporánea de Bailén estará asociada estrechamente tanto a lo acontecido realmente en el campo de batalla contra el francés invasor cuanto a los mitos y símbolos que el calor de la misma acabaron fraguándose. En este sentido, la figura del general Castaños, del general Reding Bibereg, de San Martín que tanto protagonismo tuvo años después en la independencia americana, o el símbolo de la resistencia popular representado en María Bellido, no fueron sino claros ejemplos de una impronta que incluso -en el caso concreto de los hechos referidos a María Bellido- quedaron plasmados para la posteridad en el propio escudo de la ciudad de Bailén.escudo bailén
Corría el mes de julio del año 1808. En la primera quincena de este mes se preparaban los ejércitos españoles, al mando del General Castaños, para luchar contra los ejércitos franceses que habían invadido nuestro país. Se inicia así lo que había de llamarse la batalla de Bailén.
Existe una mujer que es casi ignorada por la historia, pero que estuvo ligada a esta guerra.
María Inés Juliana Bellido Vallejo, nuestra heroína, nació en Porcuna el día 28 de enero de 1755, hija legítima del matrimonio contraído por Francisco Elías Bellido y Catalina Vallejo ambos también vecinos de nuestro pueblo.
Su familia era de humilde condición, y numerosa, pues estaba formada por nueve hijos, todos ellos nacidos y bautizados en Porcuna.
La partida de bautismo de nuestra heroína aparece inscrita al Folio 91, Libro XVII de Bautismos de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
Hubo algún tiempo en que la polémica se planteó al confundir a María Inés Juliana con su hermana María Paula Bellido, de la que también se ha conseguido obtener la inscripción de nacimiento (bautizada en la misma Parroquia de la Asunción en 24 de junio de 1743). La fecha de este nacimiento nos lleva a comprender que no puede ser ésta última la heroína, pues nacida sobre el 24 de junio de 1743, debería tener en el año en que se produce la batalla, nada menos que 65 años, edad avanzada para poder desempeñar los menesteres que la llevarían a la fama; y máxime en aquellos tiempos, en que personas con esa edad eran prácticamente ancianos.
En la inscripción de nacimiento aparece como María Inés Juliana, pero se ha de aclarar que una exhaustiva investigación llevada al efecto en los libros de bautismo en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de nuestro pueblo, en la que colaboró intensamente nuestro paisano, el director Escolar don Francisco Peña Alcalá, nos hace no ofrecer la menor duda en cuanto a la identificación de la heroína.
No se ha podido comprobar exactamente cuando comienza a ser llamada María a secas, pero no es de extrañar este cambio de nombre, ya que en el siglo XIX era frecuente que algunas personas que utilizaran durante su vida distintos nombres de aquel que se le puso en la pila bautismal.
Es también sabido, con bastante garantía histórica, que nuestro personaje al llegar a la edad casadera conoció en nuestro pueblo a un joven natural y vecino de Bailén, que muy probablemente se había trasladado a Porcuna con intención de vender botijos, jarras, macetas y otros artículos de barro y cerámica con que los naturales de aquella población son tan dados en comerciar.Monumento de maria bellido
El caso es que María Bellido (apodada la Culiancha, por sus opulentas caderas) contrajo matrimonio con Luis Domingo Cobo Muela, hijo éste de los vecinos de Bailén Luis Domingo Cobo y Ana Manuela de la Muela. Contraído este enlace ambos trasladaron su domicilio a la localidad de Bailén, concretamente a la calle Las Eras, hoy Juan Sebastián Elcano.
En el libro 20 de Matrimonios y Velaciones, en su folio 27 del Archivo Parroquial aparece la inscripción del tenor literal siguiente: " ... En la Villa de Porcuna en catorce días del mes de octubre de mil setecientos ochenta y dos años, yo Don Manuel Josef González Pbro, con licencia del Sr. Prior, habiendo precedido las amonestaciones, que manda el Santo Concilio de Trento en tres continuos días festivos, "Inter Misarum Solemnia", y de ellas no habiendo resultado impedimento alguno canónico, Desposé por palabra de presente, que hicieron verdadero matrimonio "in facie eclesiae" y así mismo belé según el Orden de Ntra. Santa Madre Yglesia a Luis Domingo Covo, natural de la Villa de Baylén, viudo de Ysabel Antonia Cubero, y a María Ynés Bellido, hija de Francisco Elías Bellido y de Catalina Ballejos, naturales de esta villa, fueron padrinos el dicho Francisco Elías Bellido, y Manuela Aguilera, y testigos Pedro de Quero, y Juan, y Antonio Bellido. Firmado el Plebistero Don Manuel Josef González".
Identificado nuestro personaje y ya instalado el matrimonio en Bailén consta que adquirieron bienes rústicos y urbanos, y que no hubieron hijos de su matrimonio.
Cuando al anochecer del día 18 de julio de 1808 el Pueblo de Bailén se ve envuelto en las escaramuzas que anuncian la definitiva batalla, nuestra heroína, que habría de formar parte de ella, cuenta con 53 años de edad.
Es lógico que desarrollándose el combate en las cercanías de Bailén los vecinos de esta villa tomaran parte activa, desde su inicio, en la batalla. Los hombres se unieron directamente a las tropas; los ancianos prestaron servicios de avituallamiento y sanidad, y los niños y mujeres contribuyeron con el elemento que se hacía más necesario en el campo de batalla, el agua.
Imaginemos el fragor del combate, las heridas que producen una insaciable sed, el periodo en que se desarrolla, 18 y 19 de julio (con temperaturas de 40 ó 45 grados) y las resecas llanuras y colinas del escenario de la batalla, y podremos llegar a la conclusión de que el agua, y la sed por falta de ésta, son dos condicionantes que habían de jugar un papel importantísimo en la lucha. El agua fue pues la auténtica pesadilla de las tropas de uno y otro bando.
Don Benito Pérez Galdós, en su Episodio Nacional "Bailén", pone en boca de uno de sus personajes: "Eran las seis de la mañana, y el calor principiaba a dejarse sentir con mucha fuerza, sentíamos ya a la espalda aquel fuego que más tarde habría de hacernos el efecto de tener por médula espinal una barra de metal fundido... Pero este malestar era insignificante con otro que desde la mañana principió a atormentarnos, la sed, que todo lo destruye, alma y cuerpo, infundiendo una rabia inútil para la guerra, porque no se sacia matando".
Tal era la necesidad del agua, y tan primordial su obtención, que hubo momento en que la lucha se concentró en la posesión de las fuentes de aprovisionamiento de ésta. Hemos de concentrar nuestra atención en la posesión y defensa de la Noria de Don Lárazo o "Noria del Sordo" que tan codiciada fue como por unos y otros.
Hecha esta semblanza de la batalla y uno de los principales elementos, entra ya en escena nuestro personaje: María Bellido.
La misión de obtención, transporte y abastecimiento de esta agua tan necesaria, correspondió principalmente a las mujeres y niños de la población, que con desprecio del peligro tanto contribuyeron a la victoria de las tropas españolas.
Nuevamente Pérez Galdós en su ya citado "Bailén", escribe al respecto: "... Es verdad que de Bailén salían en bandadas multitud de mujeres con cántaros de agua para refrescarnos ... Más de una vez, aquellas valerosas mujeres se expusieron al fuego, penetrando en sitios de mayor peligro, y llevando sus alcazarras a los artilleros del centro".
¿No se perfila en este personaje de don Benito la intervención y actuación de nuestra heroína?
Más concretamente, destaca el historiador Don Manuel López Pérez, tomando datos de otras fuentes históricas, el auxilio oportuno que prestaron algunas heroicas mujeres, que desentendiéndose de su sexo y de los riesgos, en el ardor combate y en pleno campo de batalla dieron de beber a los soldados, destacando entre ellas una, llamada María Bellido, que llegando hasta el puesto de mando y "dirigiéndose directamente al General Reding, ofreció agua al General, y en el momento en que elevaba la vasija, una bala rompió el cantarillo. La mujer no se inmutó. Recogió el tiesto donde había quedado un poco de agua, y lo ofreció al General, que alabó su labor y ofreció premiarla".
Este temple y valor, y la acción que realizó en riesgo de su vida, en pleno combate y en lugar más abatido por la artillería enemiga, hizo de nuestra paisana una heroína popular que pasó a la galería histórica de otras muchas que se inmortalizaron.
Pero lo más significativo de esta heroica mujer fue, que, tras la victoria de las tropas españolas, pasó al más completo olvido. Tan es así que durante algún tiempo se creyó que este personaje era producto de la imaginación popular, o la creación de unos vencedores que necesitaban héroes para resaltar sus victorias.
Investigaciones posteriores han hecho a los historiadores llegar a la conclusión de que María Bellido existió, que nació en Porcuna, que casó con Luis Domingo Cobo, y que el hecho antes relatado es realmente un hecho histórico.
Tal vez el completo olvido en que cayó su gesta fue debido a su prematura muerte, acaecida en 7 de marzo de 1809, unos ocho meses después de la batalla de Bailén.
Esta y otras circunstancias, como la muerte del propio General Teodoro Reding en Tarragona en 23 de abril del mismo año 1809, motivaron la marginación y el olvido de nuestra heroína. Pero la historia jamás olvida a sus héroes.
Fue en 1862, cuando la Reina Isabel II, acompañada de su esposo Don Francisco de Asís, proyectó realizar un viaje por tierras de Andalucía y Murcia. En 14 de septiembre del referido año hizo su entrada triunfal en la Ciudad de Bailén la comitiva real, continuando hasta Andújar para seguir por toda Andalucía.
A la vuelta del viaje, en 7 de octubre del mismo año, y de nuevo de tránsito por Bailén, tras visitar muy especialmente el lugar en que años antes se había desarrollado la famosa batalla, las autoridades de aquella localidad, obsequiaron a su Majestad con "un rico estuche de palo de santo, que contenía una bandeja de plata y filigrana y un cantarito de plata dorado a fuego, que sujetaba entre hojas de laurel una bala de metralla". (Don Manuel López Pérez).
El diputado provincial y poeta de aquel lugar don Francisco Rentero, al hacer el ofrecimiento, hizo a su Majestad una breve reseña del recuerdo histórico que encerraba el símbolo que ofrecía. Relató una historia detallada del hecho realizado por María Bellido, dando de beber a las tropas y al General Reding en medio de la lluvia de fuego y balas. La bala que entregaba era la que partiendo de las filas francesas rompió el cántaro de la heroína y que se conservó durante muchos años por María Josefa Malpesa, sobrina de nuestro personaje, a cambio de la cual recibió ésta, de por vida, una pensión de la Real Casa.
Pasados unos años la ciudad de Bailén quiso rendir tributo a la heroica mujer, manteniendo vivo su recuerdo.Placa de Maria Bellido Primero, dedicándole una calle que por el transcurso de los años ha devenido en llamarse "La Carrera", donde según la tradición vivió y falleció la protagonista de esta pequeña historia. En la fachada del inmueble que había constituido su domicilio, se colocó una lápida con esta inscripción: "Los obreros de Bailén a María Bellido, prototipo del valor y caridad en el centenario de su heroica hazaña: 19 de julio de 1808-1908".
Todos estos recuerdos han desaparecido por el transcurso del tiempo, la labor de la piqueta y la mano del hombre.
Persiste, aún, en la Plaza del General Castaños, una fuente monumental, coronada por una estatua, que si bien simboliza la "España Victoriosa", el pueblo llano mantiene sus sentir tradicional, y nada ni nadie puede hacerles cambiar de que este monumento es la representación de nuestra popular heroína.

Fuentes:
* Colección "JAÉN, PUEBLOS Y CIUDADES: BAILÉN", fascículo número 26, editado por el Diario Jaén 1997.
* Artículo firmado en Málaga por José María Pulido Torres y publicado en el Programa de Festejos de la "Romería Alharilla 96", editado por la Cofradía de la Santísima Virgen de Alharilla, Porcuna (Jaén)1996.

Más sobre nuestra heroína
Vídeo sobre María Bellido de la serie "Andaluzas" de Canal Sur TV, que tiene como protagonistas a mujeres de nuestra Comunidad. Dirigida por el periodista Antonio Ramos Espejo, donde profundiza en las vidas de mujeres andaluzas que han sido "protagonistas a su pesar", que han sacrificado sus propias historias para convertirse en guardianas de la memoria.
El undécimo capítulo de la serie II del programa se titula "Un cántaro en la batalla". Narra la historia de María Bellido , heroína por excelencia de uno de los conflictos más importantes de la Historia de España, la Batalla de Bailén.
Emitido en CANAL SUR TV y ANDALUCÍA TELEVISIÓN el sábado 07/03/2009, a las 21:30 horas.

Una escritora aventurera del XIX: Emilia Serrano (1833-34 - 1923)

Hasta fechas relativamente recientes, la mujer que viajaba, sobre todo si lo hacía sola, despertaba la sospecha de la sociedad bienpensante. En el siglo XIX las rígidas normas sociales establecidas obligaban a cumplir con un rol femenino que se podría definir como Ángel del hogar: amante esposa, madre abnegada y eficiente ama de casa. No obstante, algunas mujeres se enfrentaron abiertamente con la estrecha moral de la época victoriana y se erigieron en intrépidas aventureras.
Es el caso de la escritora granadina Emilia Serrano, quien cruzó reiteradamente el entonces aún más inmenso Océano Atlántico, en unas travesías en barco que en aquellos tiempos duraban largas semanas, para sucumbir a una realidad nueva que la fascinó desde el primer momento: el continente americano. La culta e inquieta mujer recorrió por completo las tierras americanas, desde Canadá hasta la Patagonia, dejando por escrito testimonio de sus apasionantes viajes.
El caso de la hoy casi desconocida escritora española Emilia Serrano(1) resulta de entrada en verdad extraordinario y sorprendente, tanto por la vasta extensión de su obra como por la naturaleza aventurera y dinámica de su trayectoria biográfica, digna de convertirse por sí misma en materia novelada. Así, frente a una gran mayoría de escritoras del siglo XIX que permanecieron durante toda su vida prácticamente recluidas en sus localidades de origen, Emilia Serrano viajó por todo el mundo desde su más temprana infancia. Nacida en Granada en 1833 ó 1834(2), pasó los primeros años de su vida en París junto con sus padres, el notario Ramón Serrano y su esposa, María García. Allí recibió una esmerada educación y enseguida demostró una gran afición por la lectura, por lo que sus compañeras pronto la apodarán Madame Minerva.
Emilia Serrano fue una joven precoz, que dominaba varios idiomas y poseía una gran cultura. Tuvo ocasión de conocer personalmente a escritores como Alfonso de Lamartine, Alejandro Dumas o Francisco Martínez de la Rosa, que posteriormente colaborarán en las revistas que ella fundara o dirigiera, como Revista del Nuevo Mundo o La Caprichosa.
En París conoció a un aristócrata británico, el barón de Wilson, con el que contrajo matrimonio. Al fallecer éste un par de años más tarde, le dejaría el nombre con el que la escritora acostumbrará a firmar sus obras desde entonces y por el que será mayoritariamente conocida: baronesa de Wilson. Esta circunstancia tan sólo cambiará cuando, años más tarde, contraiga matrimonio en segundas nupcias con el Dr. Antonio García Tornel. Entonces, alternará los nombres de sus dos maridos, firmando siempre como "baronesa de Wilson" o como "Emilia Serrano de Tornel", según costumbre inveterada en la época que solía condicionar la firma literaria de las escritoras.
Emilia Serrano desplegó una intensísima actividad literaria, abarcando en su cultivo prácticamente todos los géneros. Por citar tan sólo algunos títulos se pueden mencionar los poemarios Las siete palabras de Cristo en la Cruz (París, Adm. de La Caprichosa, 1858) y El camino de la Cruz (París, Rosa y Bouret, 1859); la novela El Ángel de la paz (París, Rosa y Bouret, 1859); las leyendas históricas Alfonso el Grande (París, Imp. de Wolder, 1860) y ¡¡Pobre Ana!! (Madrid, Imprenta de Juan Antonio García, 1861); el ensayo educativo femenino Almacén de las señoritas (París, Rosa y Bouret, 1860); o los libros de viajes, Manual, o sea Guía de los viajeros en Francia y Bélgica (París, Rosa y Bouret, 1860) y Manual, o sea Guía de los viajeros en Inglaterra, Escocia e Irlanda... para uso de los americanos (París, Rosa y Bouret, 1860), entre otros muchos.
En 1865 la inquieta escritora viaja a América por primera vez. La realidad americana la fascinará de tal manera que a este viaje seguirán otros cinco, en los que recorrerá por completo el continente desde Canadá hasta la Patagonia. Su talante aventurero, tan excepcional en una mujer de la época, causará, sin duda, desconcierto entre sus contemporáneos, para quienes la sospecha pesa sobre los desplazamientos de las mujeres, y sobre todo, de aquellas mujeres que viajan solas. De hecho, contra ello se emplearon los sutiles mecanismos ideológicos desplegados para condicionar ineludiblemente la domesticidad de las mujeres. Sin embargo, el animoso carácter viajero de Emilia Serrano resultaba difícil de disuadir, faceta que causará admiración entre algunas de sus más avanzadas compañeras del mundo de las letras, como la almeriense Carmen de Burgos, Colombine, quien escribirá reivindicativamente en 1911:
Su labor no ha sido la del geógrafo o historiador teórico, que sólo se inspira en los escritos de otro autores. Ella [...] ha realizado peligrosos viajes, como el de remontar la corriente del Plata y hacer las ascensiones de los ásperos flancos del Tandil, del Aroncagua [sic], el Misti, el Chimborazo, etc. [...]. Ninguna mujer ha realizado jamás tan penosos trabajos ni abarcado empresa de tal magnitud [...]. Por menos se han aplaudido viajes de francesas e inglesas, celebrando su esfuerzo en todos los tonos. Y estos viajes no han sido de turista; han sido de mujer estudiosa, laboriosa, que ha trabajado incansable.(3)
En efecto, el trabajo incansable de Emilia Serrano y su fascinación por la tierra americana dará frutos variados y abundantes a lo largo de los años. Así, y dentro de sus habituales líneas temáticas, publicará un gran número de volúmenes dedicados a distintos aspectos de América: La ley del progreso. Páginas de instrucción pública para los pueblos sud-americanos (Quito, Imp. Nacional, 1880), Una página en América. Apuntes de Guayaquil a Quito (Quito, Imp. Nacional, 1880), Americanos célebres (Barcelona, Tipolit. de los Suc. de N. Ramírez y C.ª, 1888), De Barcelona a México (Barcelona, Imp. de "El Partido Liberal, 1891), América en fin de siglo (Barcelona, Imp. de Henrich y C.ª, 1897), El mundo literario americano (Barcelona, Maucci, 1903), Maravillas americanas (Barcelona, Maucci, 1910), etc. Además, habría que señalar un hecho de considerable importancia, y es el interés que despiertan en Emilia Serrano las obras y actitudes de otras mujeres que, de una manera u otra, se han salido de la norma y han roto con lo establecido. Así, dedicará los estudios titulados América y sus mujeres (Barcelona, Est. Tip. de Fidel Giró, 1890) y "Bocetos biográficos. Mujeres ilustres de América" (1899) a dibujar los perfiles históricos y biográficos de mujeres escritoras, artistas, filántropas, etc.
La activa y dinámica Emilia Serrano alterna durante décadas la vida social española con sus viajes por América y otros países de Europa. En uno de estos viajes, la sorprende en El Puerto de Santa María la revolución de 1868. Desde allí se marcha a Madrid, y poco después a París a visitar a la reina Isabel II en el exilio. De regreso a España estuvo algún tiempo en Sevilla, donde tuvo ocasión de entablar amistad con Fernán Caballero.
Entre tanto, siguen apareciendo a un ritmo sorprendente sus libros de creación literaria: La familia de Gaspar (Ferrol, La Coruña, El Eco, 1867), El ramillete de pensamientos (Ferrol, La Coruña, El Eco Ferrolano, 1868), La senda del deber (París, Rosa y Bouret, 1869), Sembrar para recoger (París, Libr. de Rosa y Bouret, 1870), El árbol sano y el vicioso, o Rosas y abrojos (París, Libr. de Rosa y Bouret, 1870), La miseria de los ricos (Historia de dos millones) (Madrid, 1872), etc. La lista de sus obras publicadas en estos años resulta casi interminable.
Desde 1873 reside en Madrid, donde colabora en revistas como La Guirnalda y asiste a las reuniones de la sociedad femenina "Las hijas del sol", que preside la condesa de Priegue.
Alternando activamente la vida social con sus frecuentes viajes por América y otros lugares, entre tanto Emilia Serrano encuentra el tiempo para dedicarse a creación literaria: la novela Los pordioseros del frac (Madrid, Jesús Gracia, 1875), Almeraya. Leyenda árabe (México, Edición de "El Nacional", 1883), Del cielo a la tierra (Barcelona, Henrich, 1896), Cuatemoc o el Mártir de Izancanac. Novela histórica (Barcelona, Henrich, s.f.), etc.
Además, Emilia Serrano llevó a cabo también abundantes traducciones, sobre todo de autores franceses. Sus numerosísimas colaboraciones en revistas, periódicos y obras colectivas resultarán imposibles de enumerar. También fue socia de honor de diversas instituciones, como la Sociedad de Escritores y Artistas de Madrid, la Unión Iberoamericana, la Casa de América de Barcelona, la Academia de Declamación y Bellas Letras de Málaga, el Ateneo de Lima, etc. Fue, asimismo, distinguida con numerosos galardones, entre los que se podrían mencionar la Medalla de Oro de la Cruz Roja o la distinción de Comendadora de la Orden del Libertador Bolívar, en Venezuela.
Desde los años finales del siglo XIX la escritora parece residir en la ciudad de Barcelona, donde permanecerá trabajando incansablemente hasta su fallecimiento acaecido a los ochenta y nueve años de edad. Emilia Serrano morirá a comienzos de enero de 1923, tras una existencia dinámica y viajera, en la que había afrontado con un continuo espíritu de descubrimiento la trasgresión que suponía para la mujer decimonónica salir del rígido ámbito de la esfera privada y romper los moldes de la domesticidad que le quedaba reservada. Si bien es verdad que tuvo en este punto a su favor su pertenencia a una clase social privilegiada, no es menos cierto el mérito que comporta el haberse enfrentado al orden establecido al rechazar manifiestamente el papel decorativo y ocioso que la sociedad reservaba para las mujeres de la alta burguesía y de la nobleza. Emilia Serrano nunca llevó a cabo una toma de postura con respecto a la situación de subordinación de la mujer, e incluso utilizó para firmar el apellido conyugal, pero entabló contacto con muchas de sus compañeras coetáneas y dedicó las páginas de sus libros a resaltar el papel pionero de cuantas la habían precedido. Si todo esto se llevó a cabo con contradicciones, éstas deben tomarse en su mayoría como fruto de una época cambiante y confusa, y del conflicto en que se debatían una gran mayoría de escritoras, deseosas de encontrar una voz propia fuera de los tipificados roles impuestos.(4)

NOTAS
1 En este sentido, hay que recordar mis estudios al respecto, tanto el artículo "Plumas femeninas en el fin de siglo español: del Ángel del hogar a la feminista comprometida" (Ojáncano. Revista de Literatura Española, University of North Carolina/University of Georgia, n.º 18, abril de 2000, pp. 61-96), como el libro Plumas femeninas en la literatura de Granada (siglos VIII-XX) (Granada, Universidad de Granada/Diputación de Granada, 2002), donde se incluye una amplia semblanza de la autora. Además, se puede recordar también mi artículo monográfico "El sorprendente caso de la granadina Emilia Serrano, o una escritora aventurera del siglo XIX" (Renacimiento, Sevilla, n.º 31-34, otoño 2001-primavera 2002, pp. 64-66).
Por otro lado, conviene resaltar la en cierto modo mayor atención que Emilia Serrano ha despertado al otro lado del Atlántico. Así, Leona Martin le ha dedicado varios trabajos, entre los que se pueden destacar los titulados "The Many Voices of Emilia Serrano, Baronesa de Wilson, Spain's Forgotten 'Cantora de las Américas' " (Hispania, 82, 1, 1999, pp. 29-39) y "Emilia Serrano, Baronesa de Wilson (¿1834?-1922): intrépida viajera española; olvidada 'Cantora de las Américas' " (presentado en la "Alexander von Humboldt Conference 2001" y publicado en la revista en Internet Ciberletras, n.º 5, agosto de 2001). Igualmente habría que mencionar el artículo de John Dowling, "El canto a América de Emilia Serrano, Baronesa de Wilson" (Monographic Review, XII, 1996, pp. 73-83).
2 Los pocos estudiosos que se han ocupado de la biografía de Emilia Serrano han venido dando como fecha de su nacimiento la de 1843 o la de 1845. Sin embargo, la consulta de su Acta de Defunción conservada en el Registro Civil de Barcelona, donde falleció el día 1 de enero de 1923, permite conjeturar que en realidad había nacido en 1833 o en 1834, pues en el apartado referente a edad se consigna claramente "ochenta y nueve años". Resulta plausible suponer que la persistencia de este error en las biografías realizadas sobre ella hasta el momento se haya debido a la propia escritora, pues restarse años era una práctica relativamente común y nada infrecuente en el mundo de las letras en la época.
3 BURGOS, Carmen de, "Granadinos olvidados. La baronesa de Wilson", La Alhambra (Granada), XIV, n.º 313, 31 de marzo de 1911, p. 123.
4 Subordinadas al varón, sometidas por la domesticidad y obligadas por el prototipo femenino del "ángel del hogar", lo cierto es que las escritoras de finales del siglo XIX y principios del XX vivieron el drama de la dualidad y la contradicción. Por un lado, se encontraban con la imagen de la mujer que se les exigía ser; por otro, descubrían la falta de coincidencia con las mujeres reales que eran, una mujer real que necesitaba encontrar su propia voz, no heredera de una literatura concebida como masculina desde su esencia. Así, y como explica la crítica literaria Noni Benegas, "A lo largo del análisis de la poesía escrita por mujeres desde las románticas hasta nuestros días, el problema de base que subsiste es cómo dar voz a un sujeto que siempre fue objeto de esa poesía [... una] mujer [que] aparece representada según el punto de vista del otro, el varón que escribe" (BENEGAS, Noni, "Estudio preliminar", en BENEGAS, Noni y MUNÁRRIZ, Jesús (eds.), Ellas tienen la palabra. Dos décadas de poesía española, Madrid, Hiperión, 1997, p. 23).

Fidela Campiña


Biografía

Nació en Tíjola (Almería) el 28 de enero de 1894. Su partida de nacimiento tiene el número 18 en el registro parroquial. En ella rezan los nombres de Fidela, Ana y Josefa. Sus apellidos fueron Campiña Ontiveros. Sus padres eran naturales de Lúcar. Su padre, Antonio Campiña Caparrós, era recaudador de impuestos del Ayuntamiento de Tíjola.
Según Francisco Hernández Girbal en su artículo aparecido en la Revista Ritmo, a los seis años comenzó sus estudios de solfeo y piano en el Conservatorio de Madrid con el profesor José Tragó y los de canto con el prestigioso maestro Tabuyo, obteniendo en 1913 diploma de honor.
Su presentación fue en el Teatro Real de Madrid, en 1913, interpretando a Margarita en la ópera de Arrigo Boito: Mefistófeles (obra que más adelante llevaría al Teatro Constanzi de Roma). Su éxito fue tal que se mantuvo en cartel en el Real hasta el cierre de éste por ruina en 1925. A partir de entonces viajó por las principales ciudades del arte.
Ya en 1919, Barcelona se había rendido a sus pies en el estreno de La Morisca, ópera del compositor catalán Jaime Pahissa. Contrajo matrimonio con el tenor vasco Jesús de Gaviria, discípulo del también tenor almeriense Luís Iribarne. En 1926 debutó en el Metropolitan de Nueva York con Otello, de Giuseppe Verdi. Allí nacería su única hija, Mirentxu. En Milán, ocho años más tarde, se hace con La Scala con las obras Tristán e Isolda, de Richard Wagner y Nerón, de Pietro Mascagni. Pero sus logros fueron más allá, llegaron a París, Londres y Montecarlo, además de a Argentina (en el Teatro Avenida de Buenos Aires sorprendió su voz de amplitud wagneriana; allí triunfó durante los años 40 en diversos géneros, incluida la zarzuela). Intervendría en 1940 en la Exposición Universal de Nueva York con una destacada respuesta y repercusión. Su última actuación fue en Trieste en 1948, la hizo con la opera El ocaso de los dioses, de Wagner.
Se casaría después con el barítono argentino Carlos Guichandut.
Las cualidades de su voz le permitían interpretar las partes de mezzosoprano, como las de soprano lírico-dramática. En palabras de Girbal: "Tenía cuatros ases que guardaba para las grandes ocasiones: Voz amplia, dicción impecable, temperamento arrebatador y talento interpretativo."
Estando en el apogeo de su carrera artística estuvo en Tíjola y cuentan que después de visitar la ermita de la Patrona cantó en la puerta de la misma, y tal era su voz, que se oía en el Muro, es decir, en el otro extremo del pueblo.
Se retiró a la edad de 54 años y falleció en Buenos Aires (capital del país que consideró segunda patria) el 28 de diciembre de 1983 a los 89 años, recibiendo sepultura en el cementerio de La Chacar


fidela

Aixa La Honesta


Aixa (o Fátima, según algunos autores) Bint Muhammad Aben al-Ahmar, apodada «la Horra» («la Honesta»), madre del último rey de Granada, es sin duda, una de las personalidades femeninas más célebres de la historia de Al-Andalus, a pesar de los pocos documentos que tenemos sobre su vida e incluso de la polémica surgida en torno a su nombre verdadero.

Al parecer, Aixa era hija del rey de Granada Muhammad X el Cojo, aunque según algunos autores lo era de Muhammed VIII el Zurdo. En todo caso, procedía de la familia real de Granada y debía de gozar de considerable patrimonio y prestigio por sí misma, que explicarían su notable influencia pública posterior. Según un documento aportado por Luis Seco de Lucena, recibió de su hermana Umm al-Fath la alquería de Sujayra (hoy Zujaira), que vendería el 3 de octubre de 1492 al caballero cristiano D. Luis de Valdivia por el precio de dos mil quinientos reales de plata, alquería que pasaría luego a ser propiedad de los Reyes Católicos. En la misma ciudad de Granada, poseía el palacio de Dar al-Horra y, en las afueras, Alcázar Genil, lugares donde pasaba sus períodos de recreo.

Aixa fue durante unos veinte años la sultana consorte del rey Abu l-Hasan Alí, conocido como Muley Hacem en las crónicas cristianas, con el que tuvo dos hijos varones, Abu Abd Allah Muhammad (conocido en las fuentes castellanas como Boabdil) y Abu-l-Hayyay Yusuf, y una hija llamada Aixa.

Pero el sultán se enamoró de una esclava cristiana llamada Isabel de Solis, que tomó el nombre de Soraya al convertirse al Islam, y con la que tendría dos hijos varones, hasta tal punto que acabó por desbancar a Fátima de la condición de sultana y confinarla en habitaciones menos regias.

Hacia 1484, los celos, la rivalidad entre Aixa y Zoraya, el temor por la sucesión de sus hijos, junto con la desconfianza ante las intenciones del sultán, instaron a Aixa a participar, con la facción aristocrática de los Abencerrajes, en una conspiración para destronar a su esposo y poner en su lugar a su hijo Boabdil. Tras liberar a éste de una de las torres de la Alhambra, donde su padre lo tenía preso, Aixa incitó a Boabdil y su hermano Yusuf a huir a Guadix, donde el primero fue proclamado rey. Poco después, tras una sangrienta guerra civil, el 5 de julio de 1482, Boabdil era proclamado rey de Granada. Aixa volvió a intervenir con tenacidad y firmeza en 1483, cuando su hijo cayó prisionero de los cristianos en la batalla de Lucena, y ella negoció su liberación. Poco se sabe de su vida en los siguientes años, pero debió de seguir implicandose muy de cerca en los agitados y decisivos acontecimientos que estaban teniendo lugar en Granada: las pretensiones al trono de El Zagal, su cuñado, y el hostigamiento constante de las tropas cristianas. Aixa se convirtió en el alma de la resistencia contra éstas.

Cuando la ciudad se rindió a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492, Aixa partió al exilio con su hijo, primero al señorío de Andarax, en la Alpujarra, y después, en octubre de 1493, a la ciudad marroquí de Fez, donde seguramente le sobrevendría la muerte.

Mujer enérgica y de carácter fuerte y acusada personalidad, el retrato que de ella hacen las fuentes castellanas es el de una persona de arrebatos pasionales y genio viril. Su agitada vida ha dado lugar a ser utilizada como tema recurrente en la literatura hasta nuestros días. En realidad, fue una mujer capaz de tomar importantes decisiones que influyeron en la evolución política del reino, para asegurarse la sucesión de su hijo primogénito al trono de la Granada nazarí. En suma, Aixa luchó por sus derechos y los de sus hijos con una firmeza inusual en una mujer del siglo XV, una lucha que la literatura romántica convirtió en un drama de pasiones, celos y venganzas.

Fátima de Qurtuba




Parece ser que era de origen cordobés, aunque las referencias más interesantes de su vida y enseñanza como sufí las encontramos en Sevilla.

 Con residencia en la Sevilla de los 'Abbadíes', vive el proceso de formación y madurez del emirato sevillano y destaca en el Islam por su conocimiento del Din -Camino del Islam-. Es uno de los engarces más interesantes de la sabiduría, logrando desarrollar toda una experiencia y una teoría acerca de la revelación trascendental.

 De una suprema formación en el Din de Islam, fue un gran testimonio que contribuye al éxito manifiesto de las escuelas gnósticas andalusíes. Gustaba de acudir a la Mezquita mayor de Sevilla -situada en aquella época en el lugar que hoy ocupa la iglesia del Salvador- para recitar Corán y hacer Salat (postración del musulmán cinco veces al día).

 Era la mezquita mayor sevillana objeto de una especial vigilancia y atención administrativamente hablando. Cuenta Ibn 'Abdún que había un maestro albañil de plantilla, que se encargaba continuamente de las reparaciones necesarias en la fábrica interior de la mezquita; otro tanto hacía con las salas de abluciones que visitaba con frecuencia para repararla. Había también tantos almuédanos como puertas, y, además, otros dos: uno, para que se coloque, en cada oración, al lado del que hace de imán y vaya transmitiendo a los otros musulmanes en voz alta cuándo deben decir "Allah es grande", o inclinarse, o prosternarse (se trata del takbir, del ruku y del suchud, los tres pilares del salat en el Islam); y otro, para que se colocara al fin de la nave central y fuera anunciando en voz alta lo que hayan de hacer los que hacen el salat ( en el patio o en las galerías y están demasiado lejos para oír la voz del primer almuédano, que es el que está cerca del imam. El sahn y las saqa'if, eran galerías en alto, como una especie de tribunas a lo largo de los muros de la sala de oraciones y del patio de la mezquita.

 Este servicio especial lo hacían por turnos, hasta el viernes, día en que situaba un almuédano en cada una de las puertas de la mezquita mayor, para hacer que los musulmanes que hacen el salat en los atrios pronuncien la invocación "Allah es grande" a continuación del imam. El número de los imames era de seis, con carácter permanente, según el número de las inclinaciones de los salat supererogatorias del mes de ramadán, llamadas al-asfa, de suerte que cada uno dirigía por turno el salat.

 Aquella primera mezquita mayor sevillana contaba con tres hombres fijos para el cuidado de los alrededores, del alumbrado y el acarreo del agua. El agua era transportada a la primitiva mezquita entre el salat del mediodía y el fin del salat  del 'asr.

Pero, volviendo a nuestra biografiada, Ibn al-'Arabí nos la presenta como uno de sus grandes maestros, sintiendo por Nuna Fátima especial reconocimiento; dice de ella:

 Cuando la conocí tenía ya más de noventa años. Sólo se alimentaba de restos de comida que la gente le arrojaba a su puerta; comía muy poco. Pero cuando estaba sentado a su lado, sentía reparo de mirarle la cara, tan florecientes eran sus mejillas, tan atractivo era su rostro a pesar de sus noventa años. Podría haber sido tomada por una joven de catorce años, tan delicado y gracioso era su aspecto.

 Solía decir: "De todos los hombres que vienen a verme no me agrada ninguno excepto éste" -con ello se refiere a Ibn al-'Arabí-. ¿Y por qué eso?, se lo preguntaba y ella contestaba: "Todos los demás entre vosotros sólo me visitáis con una parte de vosotros mismos, dejando las partes restantes con sus negocios, su casa, su familia, sólo este Muhammad Ibn al-'Arabí, mi hijo y mi consuelo, cuando viene hacia mí, está con todo su ser; si está sentado aquí, está totalmente presente, no deja nada de su alma en ninguna parte, y así hay que ser en esta vía espiritual".

 En cierta ocasión comentaba: Me asombro de aquel que dice que ama a Allah y al mismo tiempo no está contento con El, siendo así que Allah es el único objeto de su mirada, pues en cualquier cosa que miren sus ojos, sólo le ven a El, sin que El se escondiera un solo momento ante su vista. ¿Cómo pueden afirmar esas gentes que aman a Allah y llorar al mismo tiempo?". Después se volvió hacía Ibn al-'Arabí y dijo: "Y tu, hijo mío, ¿qué dices de lo que acabo de decir?". Le contestó "Madre, tu dices lo que has de decir".

 De gran conocimiento y de profunda sensibilidad espiritual, llegó a desconocer la separatidad gracias a su fusión con la sabiduría del Uno, abarcando todas las ciencias que expresan del modo más directo la Unidad de la Realidad.

 Un día cuando estábamos reunidos -dice Ibn al-'Arabí- entró de repente una mujer en la vivienda y me dijo: "Hermano mío, me han contado que mi esposo se encuentra en Jerez de Sidonia (Jerez de la Frontera), ha tomado mujer allí. ¿Qué te parece?". Yo le conteste: "¿Deseas que regrese?". Contestó: "Sí". Acto seguido me volví hacia la maestra y dije: "Madre, ¿oyes lo que dice esta mujer?". Ella contestó: "¿Y qué es lo que tu deseas hijo mío?" Yo dije: "Que tu atiendas su deseo que también es el mío, es decir, que regrese su esposo". Entonces exclamó: "¡Oír es obedecer!. Enviaré la Fatiha (la primera azora del Corán) hacia él y me encargaré que traiga a casa al marido de esta mujer". Empezando luego a recitar conmigo la primera azora del Corán, le dio figura visible. Entonces me di cuenta del alto rango espiritual, pues, mientras recitaba la azora, ésta tomaba poco a poco una forma material, aunque fuera etérea. Después de haberla dado forma, oír decir a la madre: "Oh Fatiha, vete a Jerez de Sidonia a buscar al marido de esta mujer. No le dejes en paz hasta que venga contigo". No había pasado todo el tiempo que se requiere para hacer el camino, cuando el marido llegó adonde estaba la mujer. En seguida la maestra tomó un pandero y empezó a tocarlo en señal de alegría. Yo le pregunté que por qué hacía eso y ella me dijo: "Por Dios, me siento verdaderamente feliz de que El se preocupe tanto de mi; y ¿quién soy yo para que tal señor me haya preferido a todos los hijos de mi especie?. Juro por la gloria de mi señor y maestro, que El vigila con tanto celo mi amor, que resulta imposible medirlo. En efecto, si jamás fijo por una distracción mis ojos en una cosa creada para buscar apoyo en ella, mi Señor nunca deja de afligirme con algún sufrimiento precisamente por aquella criatura en que había fijado la mirada. Más tarde me permitió ver otros milagros del mismo tipo. No dejé de servirle con mis propias manos; levanté una cabaña de juncos justo del tamaño de su cuerpo. Ahí vivió hasta la muerte. Solía decirme: "Soy tu madre divina y la luz de tu madre terrenal".

Las cigarreras de Sevilla


Óleo Las Cigarreras de Gonzalo Bilbao, pintado en 1915, que muestra el interior del edificio de la fábrica de tabacos de Sevilla, actual sede del rectorado de la Universidad de Sevilla.


Hasta finales del siglo XIX, existían en España distintas fábricas de tabacos en las ciudades de Sevilla, Cádiz, Alicante y más tarde, Madrid y otras. La primera que funcionó fue la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, fundada como empresa privada en 1620 y administrada directamente por la hacienda pública desde 1684. Al principio los trabajadores eran hombres y mujeres. A los hombres se les llamaba cigarreros y a las mujeres elaborantes.
En el año 1731, los cigarreros de Sevilla mandaron una queja al rey, un memorial en que se decía que no estaban de acuerdo con su sueldo, que era bastante menor que el sueldo recibido por las elaborantes (mujeres cigarreras) de Cádiz, siendo ellos hombres y con muchas más obligaciones que las mujeres. Recibieron una contestación en que se decía que se les pagaba exactamente igual por mazo de cigarros, pero que las elaborantes de Cádiz "son más cuidadosas, trabajan con más pulcritud y menos desperdicios y su labor cunde más. Así obtienen más dinero por el mismo tiempo de trabajo".
El trabajo de las mujeres cigarreras fue muy apreciado y solicitado. Ellas mismas conseguían que la ampliación de personal fuese siempre de mujeres. Cuando más tarde aparece la elaboración del cigarrillo, las cigarreras son profesionales tan diestras que tan sólo ellas serán capaces de preparar esta modalidad. Se hacen indispensables en las fábricas y crean una imagen especial de la mujer cigarrera.

[editar] Las cigarreras en Madrid

El 1 de abril de 1809, el edificio mandado construir por el rey Carlos III, conocido como Real Fábrica de Aguardientes, ubicado en la calle de Embajadores, pasó a ser, por orden de José I, una fábrica de tabacos. En el barrio existían múltiples talleres clandestinos de elaboración de cigarros, todos ellos compuestos por mujeres cigarreras, que tenían fama de ser buenas profesionales. Todas aquellas mujeres fueron contratadas para la nueva fábrica. Al principio eran 800, más tarde aumentaron a 3.000, y llegaron a ser 6.300.
La mayoría de estas mujeres vivían en el barrio. Obtenían un salario por encima de la media, que les permitía mantener una familia. Además del trabajo como obreras, los puestos de mando de los talleres también estaban ocupados por ellas. Los hombres tenían cargos muy inferiores, como mozos de almacén y capataces, cargos que estaban subordinados a las cigarreras. Sólo los directivos estaban por encima. Como consecuencia de este oficio la cigarrera llegó a ser un tipo de mujer independiente, segura de sí misma, con una economía holgada que le permitía ser generosa y ayudar al que lo necesitaba. Con su trabajo, estas mujeres mantuvieron el nivel de vida del barrio, dando estabilidad y progreso al pequeño comercio.
El personal de los talleres estaba organizado en los llamados Ranchos, que eran mesas en las que trabajaban seis operarias. Al frente de cada rancho había una mujer a la que se llamaba Ama del rancho, que cuidaba de las compañeras y corregía su trabajo. También lo controlaba: cada una de estas amas tenía un cuaderno donde apuntaba la producción de sus operarias; el cuaderno del ama del rancho era muy importante para el cobro y para los posibles premios.
Fuera de los talleres existían los cargos de maestras y porteras. Las maestras registraban a las cigarreras a la salida del trabajo, a la vista de las porteras. Después había un segundo registro llamado cintrarregistro. Aunque por lo general las obreras no corrieron el riesgo de robar, entre otras cosas porque sus mismas compañeras las habrían recriminado, tal era el cuidado que tenían de conservar una buena fama ganada a pulso. Pero, naturalmente, siempre había excepciones y la fábrica no estaba dispuesta a correr el riesgo, de ahí que se crearan estos puestos fiscales.

[editar] Hermandad de Socorro y otras ayudas

En esta época no existe ningún tipo de atención social por parte del Estado, no hay seguro de enfermedad, ni de viudedad, orfandad o incapacidad. No existe la jubilación. En 1834, las cigarreras constituyeron una Hermandad para ocuparse de la asistencia a compañeras que por edad, enfermedad u otras vicisitudes, se encontraran en apuros. La idea fue crear unos talleres fuera de la fábrica, en sus propias casas y de esa manera, si fuera necesario se llevarían el trabajo a domicilio. La creación de la Hermandad fue un éxito y algo nunca visto hasta el momento.
En 1840, y por iniciativa de don Ramón de la Sagra se crean otras ayudas sociales para las cigarreras: Una sala de lactancia y escuelas, con el nombre de Asilo de Cigarreras, ubicado en la finca de lo que fue el Casino de la Reina (Madrid). Así las madres pueden dejar a sus hijos pequeños en un lugar especial para ellos, y recogerlos a la salida. Si son lactantes, la madre puede salir del trabajo dos veces durante la jornada y alimentarles. En otros casos, estaban autorizadas para tener al pequeño en una cuna a su lado, en el propio taller. En la actualidad (siglo XXI), el espacio de dicho Asilo está ocupado por un colegio de religiosas.
Con todas estas mejoras sociales, las cigarreras trabajan con gran entusiasmo y van adquiriendo fuerza y poder. Son estimadas y admiradas por el trabajo duro y manual que practican y por lo perfecto de su acabado. La fábrica funciona sin problemas y el oficio de cigarrera llega a ser sinónimo de categoría.

[editar] Primeras protestas

En agosto de 1887 se produce un gran descontento entre las trabajadoras de la fábrica. La causa es el tabaco que llega que es de baja calidad y con mucho desecho y por tanto cuesta más manipularlo, cuesta más tiempo hacer los cigarros, es decir, muchas más horas de trabajo para llevarse un jornal decente a casa.
Por otro lado, en el mes de octubre el Monopolio de Tabacos del Estado pasa a una nueva Compañía Arrendataria de Tabacos. Los jefes de esta compañía traen disposiciones nuevas, entre las que está el cese del administrador jefe de la fábrica, don Enrique Viglieti, un hombre justo a quien las cigarreras querían y respetaban. Fue él quien dio impulso a los talleres especiales de trabajo a domicilio y una de sus normas era adelantar dinero a las cigarreras cuando por causa justificada no podían asistir al trabajo. Las trabajadoras respondieron siempre a este adelanto haciendo el trabajo suficiente para su compensación.
A la vista del cese del administrador se echaron a la calle en una manifestación de protesta más de 5.000 mujeres, apoyadas por los vecinos, familiares y amigos que llegaban de otros barrios. Tomaron la fábrica sin que los 100 guardias civiles que mandaron para calmar los disturbios pudieran hacer nada. Hubo una tregua para parlamentar con las autoridades competentes. Las cigarreras María la Niña y Victoriana la Muñeca acudieron en representación de sus compañeras. Las cigarreras ganaron la partida y los jefes consintieron la reincorporación del administrador expulsado que, sin embargo, una vez admitido pidió el cese en el cargo.

[editar] El oficio

El oficio de la cigarrera desapareció, como tantos otros, con la industrialización, con la llegada de las máquinas. Los empleados en las nuevas fábricas, más que conocer el arte de manipular las hojas de tabaco, debían conocer el manejo de dichas máquinas para su producción.

[editar] Las cigarreras en la literatura

Prosper Mérimée, en su novela Carmen, dibujó y describió el oficio de la cigarrera en el personaje central, la gitanilla llamada Carmen. La narración está ambientada en la fábrica de tabacos de Sevilla, en sus trabajadoras y en la vida de la propia ciudad.

[editar] Véase también

[editar] Bibliografía

  • Madrid, tomo II. Editorial Espasa Calpe, S.A. 1979. Patrocinio del Ayuntamiento y del Instituto de Estudios Madrileños. ISBN 84-239-5370-X
  • Rincones del viejo Madrid. Ángel Olivares Prieto. Editorial La Librería. Madrid 2002. ISBN 84-89411-17-4
    Cigarrera